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martes, 7 de diciembre de 2010

--- CAPÍTULO 8 (e)

CAPÍTULO 8 (e)
DEFORMACIONES POR RUPTURA
(DISLOCACIONES DISYUNTIVAS)
Las dislocaciones disyuntivas están conformadas por rupturas (fallamientos, o fallas) de la corteza terrestre en bloques y desplazamiento de los mismos a lo largo de planos más o menos definidos. Estas ocurren bajo las más diversas condiciones naturales de presión o de distensión, y varían enormemente en escala, forma y origen, pudiendo aparecer desde escalas del orden de centímetros, hasta del orden de centenares e inclusive de miles de kilómetros. Valga por ejemplo en la Argentina (figura 8-18), la fractura que controla el desarrollo del río Desaguadero, denominada Lineamiento del Valle Fértil-Desaguadero (Criado Roque y colaboradores; 1.981).
Esta fractura controla el cauce del río Desaguadero al menos desde su límite entre las provincias argentinas de San Luís y La Pampa, hasta cercanías de la provincia de San Juan y se continúa dentro de esa provincia, controlando el desarrollo del Valle Fértil. Según Criado Roque y colaboradores, esa fractura se prolonga en territorio chileno por lo menos hasta el Pacífico, donde continúa como parte de una de las fracturas transcurrentes de la placa Pacífica.
Otra fractura notable, o mejor expresado, conjunto de fracturas, en Argentina es la  denominada Zona de Fracturación Transcontinental (Turner y Baldis, 1.977).  Esta se observa desde la costa el Océano Atlántico al sur de Bahía Blanca (figura 8-19), controlando los cauces de los ríos Colorado y Negro.  Se prolonga hacia el sudoeste controlando el cauce del río Limay. Pasa a Chile por el lago Nahuel Huapi y se prolongaría también como una fractura transcurrente por el fondo del Océano Pacífico a la altura de Chiloé.
 De modo similar y quizá más promocionada, es la famosa falla de San Andrés, en el Oeste de California (U.S.A.). A lo largo de la misma se produce el choque de la placa Pacífica con la placa continental de América del Norte y es mundialmente famosa por su sismicidad frecuente y de alta repercusión mediática. La figura 8-20 muestra la  falla de San Andrés en cercanías de Los Angeles (California, U.S.A.). Por su parte la figura 8-21 muestra la misma Falla de San Andrés en la zona de  Punta Reyes, California (U.S.A.)
Tanto las fallas mencionadas para Argentina como la falla de San Andrés, tienen implicancias morfogenéticas observables en rasgos del orden de macroescala (centenares de Km. - Unidades Morfoestructurales) y aún de mega escala (miles de Km. = rasgos de tectónica global, o tectónica de placas) De todos modos, las fracturas menores son también importantes por manifestarse a veces notablemente en las escalas de percepción de los paisajes comunes, accesibles inclusive de un vistazo. Por ejemplo, en el capítulo anterior vimos como las Sierras Pampeanas reflejan en su morfología el movimiento de bloques de la corteza terrestre, a lo largo de un sistema de fallas regionales de rumbo general Norte-Sur, con movimiento de bloques menores según sistemas de fallas más o menos transversales a las anteriores.
Recordemos que en ese capítulo, al describir la geomorfología de San Luís, mencionamos que al Este de la provincia de San Luis, sobre su límite con la provincia de Córdoba, aparece la sierra de Comechingones como parte de las Sierras Pampeanas. Hacia el Oeste de esas sierras aparece la Depresión Oriental, marginada a su vez hacia el Oeste, por la Sierra de San Luís.
Esta, al igual que Comechingones (figura 8-22), constituye un bloque levantado a lo largo de una falla sobre su margen Oeste, y basculado hacia el Este, con pendientes relativamente suaves en esa dirección (ver diagrama de la figura 8-23) . De ese modo, sobre el labio levantado de la falla se forma una escarpa de falla, la cual es luego degradada por procesos de erosión y los materiales tomados de la misma se acumulan al pie, formando diferentes geoformas, según sean las características del clima reinante. Eso es lo que también se muestra en la figura 8-24 (imagen satelital - NASA) correspondiente al área de Great Salt Lake, en Utah (U.S.A.), donde puede apreciarse muy bien la escarpa de falla que aparece a la izquierda del lago y donde también se aprecia el suave descenso hacia la izquierda que tiene bloque ascendido.
En los estudios geológicos y gemorfológicos, para identificar la presencia de fracturas que pueden tener importantes implicancias en diferentes aspectos de la geología, en primer lugar deben detectarse lineamientos geológicos que puedan significar algún tipo de control estructural. Usualmente, los rasgos geológicos en general y los geomorfológicos en particular, que aparecen alineados, responden a un control estructural por presencia de fracturas o fallas. Trataremos de ilustrar mejor este aspecto en la serie de imágenes y fotografías siguientes.
La figura 8-25 corresponde a una imagen satelital compuesta (LANDSAT y Radar; NASA) de las Montañas Rocosas en Denver, Colorado, U.S.A., en vista hacia el Oeste, hacia el Parque Nacional Montañas Rocosas. Observemos como la cadena montañosa (Front Range) termina abruptamente hacia el Este sobre una notable escarpa de falla. Al pie de esa escarpa, sobre la parte llana, se encuentra la ciudad de Denver.
La figura 8-26 corresponde a una imagen satelital (NASA) de la región de Arnhem, Australia Norte. En ella se observa una superficie de erosión elaborada sobre rocas del basamento cristalino correspondiente a las rocas más antiguas conocidas sobre el planeta. Observemos los diferentes lineamientos de fracturación y diaclasamiento, correspondientes a diferentes orientaciones de esfuerzos ocurridos en múltiples oportunidades a través de toda la historia geológica del planeta.
La figura 8-27 corresponde a una imagen satelital (NASA) mostrando el extremo sur de Groenlandia. En la misma se puede observar que los fiordos ubicados sobre una misma costa se alinean paralelos entre si, mientras que considerando los de costas opuestas, se encuentran casi perpendiculares a los anteriores. Ambos grupos de fiordos fueron excavados por glaciares que descendieron hacia ambas costas, controlados por sistemas de fracturas  conjugados, respondiendo a esas respectivas orientaciones.
La figura 8-28 es una imagen satelital (NASA) de la Península del Labrador. En ella se puede observar el notable control que las fracturas ejercen sobre la excavación de los valles. Control que se prolonga hacia el océano, controlando también el desarrollo de los fiordos. Aquí también aparece un control por fracturas que se cortan de modo casi perpendicular entre sí, como en el caso del extremo sur de Groenlandia.
La figura 8-29 corresponde a una imagen satelital oblicua (NASA) de la región del monte  Fairweather (Alaska Oeste, U.S.A.). En ella se observan la influencia estructural controlando varios rasgos geomorfológicos. La línea del litoral, los valles y el flujo de los glaciares.
Para concluir, hacemos notar que una de las implicancias morfogenéticas importantes de la tectónica disyuntiva, es el control del drenaje de cualquier región, como ya lo vimos en la figura anterior, con el control del flujo de los glaciares. En aquellas unidades morfoestructurales donde existe marcada fracturación, es frecuente que los cauces de los sistemas de drenaje regionales, circulen controlados por esa fracturación. La figura 8-30 muestra una imagen satelital (NASA) del río Shenandoah (Montes Apalaches - U.S.A.). En ella se observa el notable el control que sobre sus meandros, ejerce la fracturación perpendicular al plegamiento dominante en los Apalaches. Cruzando la imagen desde la izquierda hacia el ángulo inferior derecho, aparece una serie de elevaciones y valles paralelos al plegamiento dominante. Por dos de esos valles circulan el río mencionado y uno de sus afluentes. Ambos cauces presentan un curioso sistema de meandros, debido a ese control por fracturación.
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(4) Un cauce antecedente, es el que existió desde antes del inicio de un proceso tectónico que pueda haber ascendido regionalmente el sector de la corteza terrestre donde se desarrolla. Si este río fuese antecedente, entonces sería previo al plegamiento y ascenso de los Apalaches. En ese caso, el ascenso gradual de los Apalaches habría permitido que los procesos erosivos profundizasen el cauce y éste habría cortado gradualmente todos los estratos que fueron ascendiendo.
(5) Se puede decir que un cauce tiene control tectónico, cuando el mismo coincide con la dirección de los rasgos tectónicos dominantes en una región. En este caso el cauce del río Tennessee, desarrollado paralelo a los pliegues de los Apalaches, estaría tectónicamente controlado por el plegamiento. El otro río, afluente del primero, pareciera estar controlado por una zona de debilidad generada por una fractura transversal a los pliegues.

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