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martes, 21 de septiembre de 2010

--- CAPÍTULO 2 (k)

CAPÍTULO 2 (k)
* Marte (*)
Hasta hace relativamente poco tiempo, a Marte (figura 39) también se lo consideraba planeta gemelo de la Tierra. Su diámetro es mucho menor, apenas la mitad del terrestre:  6.814 Km. En consecuencia, su masa es de 0,643 x 10 a la 24 Kg. Y su aceleración de la gravedad es de apenas 3,69 m/seg.2 Pero una gran semejanza con la Tierra es la velocidad del giro sobre si mismo, que tiene un período de 24,6 horas terrestres, con lo que el día marciano es apenas media hora más largo que el día terrestre.
Además, el eje de rotación de Marte tiene casi la misma inclinación respecto del Ecuador, que el eje de rotación terrestre. Por esta razón, sobre la superficie de Marte se suceden estaciones anuales semejantes a las que ocurren en la Tierra. Aunque las estaciones marcianas duran el doble que las terrestres, puesto que el año marciano(1) dura el doble que el de nuestro planeta.
También Marte posee atmósfera (figura 49), aunque la densidad medida a nivel del suelo marciano, es de apenas 1/100 de la densidad de la atmósfera terrestre(2). Otra semejanza es que en las regiones polares marcianas aparecen dos manchas blancas que alcanzan su máxima extensión en invierno y se reducen durante primavera y verano. Estas fueron inicialmente interpretadas como casquetes de agua sólida, aunque no formando gran espesor de hielo, sino apenas de escarcha, ya que el casquete Austral desaparece totalmente en verano.
Asociado a la idea anterior y dado que en la superficie marciana de latitudes medias, se observan cambios estacionales de coloración que ocurren al mismo tiempo en que se reducen los casquetes polares, algunos investigadores supusieron que las mismas podían deberse al crecimiento de algún tipo de vegetación. Pero los datos posteriores enviados por diferentes sondas espaciales, indican que en la atmósfera marciana no hay cantidades significativas de vapor de agua, aunque existe una relativa abundancia de Dióxido de Carbono (CO2). Por tal razón ahora se estima que los casquetes polares se forman estacionalmente por crecimiento de “hielo seco”, o hielo carbónico. La presencia de “hielo seco” es coherente con las temperaturas del orden de – 130º C medidas en los polos.
Las temperaturas diurnas medidas oscilan en los 22º C, mientras que las nocturnas descienden bruscamente hasta – 100º C. Esto genera intenso crioclastismo (= fragmentación de rocas por congelamiento;  (figura 50). Además, sumado a la escasez de agua, esa enorme amplitud térmica genera pocas posibilidades de existencia de vida tal como la conocemos en la Tierra. Inclusive los cambios estacionales de coloración ahora son interpretados como reacciones químicas vinculadas al CO2 que estacionalmente se evapora de los casquetes polares.
Con respecto a rasgos superficiales de Marte, las sondas han indicado la presencia de cráteres volcánicos (figura 51 y figura 52), incluyendo calderas similares a las terrestres, aunque de enormes dimensiones. Por ejemplo, la región denominada de Nix Olimpia tiene unos 500 Km. de diámetro y en su interior hay una caldera de 65 Km. de diámetro y de 25 Km. de profundidad (figura 51). 
Otras imágenes enviadas por las sondas espaciales, indican la existencia de rasgos vinculados a corrientes de agua (valles: figuras 53, 54, 55 y 56), acumulaciones eólicas y la existencia de rocas sedimentarias semejantes a las terrestres.
     
* Júpiter
De los planetas gigantes, Júpiter (figuras 40 y 57) es el más grande y el más cercano a la tierra. El apelativo de “gigante” le calza bien, puesto que su masa es superior al doble de la suma de las masas de todos los demás planetas. Para tener una idea aproximada de su tamaño, su diámetro es más de diez veces superior al diámetro terrestre.
Júpiter tiene atmósfera y en ella se observa una alternancia de bandas claras y oscuras en el sentido de los paralelos (figura 57). El detalle que más llama la atención de la atmósfera de Júpiter, es la llamada Gran Mancha Roja (figura 58), de unos 45.000 Km. de largo en el sentido de los paralelos y de 13.000 Km. de ancho (o sea, algo más ancha que el diámetro de la Tierra). Esta “mancha” se viene observando al menos desde mediados del siglo 19 y su color suele variar desde rojo muy intenso hasta rosado, e incluso gris. Para explicarla se han postulado varias hipótesis, de las cuales la más atendible es la del británico Raymond Hide, quien postula que la misma se forma por efectos hidrodinámicos en la atmósfera, vinculados a la rotación del planeta.
Las mediciones de temperatura indican que este planeta tiene una importante emisión interna de energía, la cual es atribuida a su gran atracción gravitatoria. Sería posible que debido a esa gran atracción gravitatoria, Júpiter sea el planeta que tiene mayor número de satélites, puesto que incluso antes de la llegada de las últimas naves espaciales al mismo (sondas Galileo y Cassini) se le conocían doce.
Al paso de esas sondas se descubrieron tantos, que su número actual (año 2.005) supera los sesenta. Quizá debido a esa poderosa atracción gravitatoria, Júpiter haya  podido “atrapar” algunos cuerpos menores que hayan podido pasar por dentro de las órbitas de los planetas que componen el Sistema Solar.
     
* Saturno
Saturno (figuras 41, 57) es un planeta muy similar a Júpiter. Su diámetro, poco inferior  al de Júpiter, es casi diez veces superior al terrestre y su masa es 95 veces mayor que la masa terrestre. También en este caso se ha evidenciado una potente atmósfera, la cual también se presenta en bandas coloreadas y extendidas en el sentido de los paralelos.
En algunas oportunidades la atmósfera de Saturno presenta manchas similares a las de Júpiter, aunque no posee una mancha estable como la Gran Mancha Roja de aquél. Al igual que Júpiter, la temperatura en la superficie de Saturno es más elevada que la que correspondería a la sola irradiación solar, por lo que se supone una radiación de energía interna propia, de origen similar a la radiada por Júpiter.
Una característica exclusiva de Saturno son los anillos que lo rodean (figura 59), observados primeramente por Galileo Galilei. Aunque dada la poca potencia del telescopio de éste, los describió como un par de “manijas” que sobresalían a ambos lados del planeta. Quien primero determinó su carácter de anillos, fue el holandés Christian Huygens, hacia 1.659.
En estos anillos se identifican cuatro zonas o bandas independientes, separadas por bandas oscuras. El ancho total del conjunto de anillos es del orden de los 70.000 Km., aunque su espesor no superaría los 16 Km. El origen de los anillos no está claro aún. Algunos opinan que son los restos de un satélite que  se desintegró. Otros opinan lo contrario: los anillos serían restos de una nebulosa primitiva que dio origen al Sistema Solar; restos que no pudieron condensarse en un solo cuerpo.
En las imágenes enviadas por la sonda espacial Cassini, los anillos aparecen muy bien identificados, no ya como cuatro bandas, sino como gran cantidad de anillos delgados de colores en tonos de rojo y celeste (figura 59). De acuerdo a los datos enviados por la misma sonda, en los anillos rojos predominan partículas sólidas de polvo y en los anillos celestes predomina el agua sólida (hielo).
El anillo exterior de Saturno (figura 59), denominado “anillo F”, tiene una estructura compleja que consta de numerosos anillos menores, a lo largo de los cuales son visibles algunos engrosamientos, o “nódulos.” Algunos científicos especulan que esos nódulos están formados por aglomeración del material de los anillos, formando una especie de mini lunas. Estos nódulos fueron vistos por las imágenes de la nave Voyager 1 y por la reciente nave Cassini.
Continúa...
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 (*) Esta información fue actualizada en el año 2.005 - Desde ese momento a la fecha, el conocimiento general del Universo, y en particular del Sistema Solar, se ha incrementado exponencialmente.
(1) Tiempo que tarda el planeta en cumplir una órbita alrededor del Sol.
(2) Esta presión equivale a la presión atmosférica terrestre a 16 Km. de altura.

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