CAPÍTULO 4 (c)
Subsistemas Templados
Los subsistemas Templados (figura 105) se desarrollan entre los 35º y los 55º de latitud. Pese a que en ellos la Energía Radiante Solar incide con un ángulo apreciablemente mayor que en los subsistemas Sub-Tropicales, la cantidad de energía recibida es relativamente importante y oscila entre 50 y 25 Kcal./cm2.año. En el Hemisferio Norte, sobre este subsistema climático predominan las superficies continentales, siendo muy extensas. Por su parte en el Hemisferio Sur este subsistema disminuye hacia el Sur con el estrechamiento de los continentes y consecuente predominio oceánico.
Debido a la gran superficie continental de este subsistema en el Hemisferio Norte, en el mismo hay una diferenciación en regiones geográficas con características climáticas particulares, según factores propios: praderas, bosque/estepas, bosque/tundras, semidesiertos, desiertos y desiertos árticos.
Las praderas en general se encuentran hacia el límite con las zonas subtropicales. Tienen buena productividad de biomasa, aunque la compacta capa herbácea y la propensión a los incendios periódicos de ésta durante la estación seca, impiden el desarrollo natural de vegetación arbórea. En los suelos negros de las praderas falta el horizonte carbonatado que aparece ya en los suelos de las regiones esteparias.
Subsistemas Subpolares
Los subsistemas Subpolares (figura 106) están desarrollados entre los 55º y los 75º de latitud. En ellos, dado que el ángulo de incidencia de la ERS, es importante, la energía que ingresa es relativamente escasa, no superando las 20 Kcal./cm2.año. Por esa causa, los procesos de evaporación y de transpiración no son intensos y ello origina exceso de humedad. No obstante, dada la falta de temperatura (de energía) predomina la meteorización física sobre la química. Así existe crioclastismo y congelifracción (fragmentación de rocas por congelamiento de agua en sus poros). En profundidad, el agua contenida en los poros de las rocas y de los los sedimentos está congelada (permafrost = suelo permanentemente congelado), originando aireación pobre y el empantanamiento por falta de infiltración. Todo ello a su vez favorece el desarrollo de turbales y de suelos tipo gley.
Subsistemas Polares
Los subsistemas Polares (figura 107) completan el panorama de la zonalidad global, desarrollándose desde los 75º hasta los polos. Reciben muy poca ERS, la cual no supera los 2 a 4 Kcal./cm2.año. Además, dada su elevada latitud, durante varios meses al año (medio año y aún más en los mismos polos) no reciben luz solar, o sea que no tienen aporte de ERS directa. En general estos subsistemas están total o parcialmente cubiertos por gruesas capas de hielo. En ellos puede haber meteorización física, ya sea exaración en la base de los glaciares en movimiento, o crioclastismo y congelifracción en las rocas no cubiertas por hielo.
Zonalidad Altitudinal Del SET
Del mismo modo en que la latitud influye sobre la cantidad total de ERS aprovechada por el Sistema Exógeno Terrestre (SET), la altitud hace lo propio, aunque las causas no son las mismas. Dentro de la atmósfera, la ERS incidente se incrementa aproximadamente en un 10 % por cada 1.000 metros de altitud. Esto se debe a la menor densidad atmosférica en altura y a su menor contenido en vapor de agua, polvo en suspensión y CO2, con lo cual disminuye el albedo de la atmósfera.
Aunque también debido a la disminución en altura de esos tres factores, disminuye el efecto de invernadero y en consecuencia es mayor la cantidad de radiación de onda larga (IR = calor) que escapa del SET al espacio exterior. De este modo disminuye la cantidad de ERS efectivamente aprovechada por los procesos exógenos.
Como consecuencia de ello, en los primeros 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, dentro de la atmósfera hay un gradiente vertical decreciente en las temperaturas; éste alcanza el orden de 0,5 grados centígrados promedio, por cada 100 metros de ascenso. Pasados los 4.000 metros de altura, ese gradiente medio se incrementa a 0,6º C por cada 100 metros de ascenso. Este gradiente térmico equivale a un desplazamiento latitudinal de unos 400 a 500 Km. en zonas llanas al nivel del mar.
En función de ese gradiente, es que en las áreas montañosas existe una zonación altitudinal que desde el punto de vista ambiental y morfogenético se manifiesta de modo muy semejante a la zonación latitudinal ya presentada. Esta zonación es relativamente independiente de la latitud. Como ya se dijo, en las latitudes menores es mayor la cantidad de ERS recibida. Pero de todos modos con la altura disminuye notablemente el aprovechamiento efectivo de esa ERS, dada la mayor disipación de radiación de onda larga, por la disminución del efecto de invernadero de la atmósfera.
Además, en las montañas también debe tenerse en cuenta la exposición de las laderas respecto del sol. Este hecho puede desplazar los límites de las zonas altitudinales entre 300 y más de 800 metros desde una ladera insolada con respecto a una ladera en umbría, a la misma latitud.
En suma, en altas montañas ubicadas en regiones tropicales, en la corta distancia que significa su altura, se repiten en escala, zonas similares a la zonación (subsistemas) latitudinal. (figura 108). En cada una ellas, la vegetación y los procesos biogeoquímicos son similares al subsistema latitudinal homólogo, dependiendo ambos fundamentalmente de la disponibilidad de humedad. En este caso debe considerarse que las precipitaciones aumentan con la altura hasta cierto límite, aunque en general, también aumenta el gradiente hidráulico y en consecuencia aumenta el drenaje y disminuye la humedad disponible.
Ese aumento del gradiente hidráulico (o del potencial gravitatorio), también incrementa la erosión hídrica. Por tal razón en las regiones montañosas los paisajes cambian con mayor velocidad que en las regiones llanas. Eso significa que la antigüedad de los paisajes montañosos decrece con la altura; o dicho de otro modo: la antigüedad de los paisajes es inversamente proporcional a los potenciales de erosión. Este hecho es muy importante de tener en cuenta cuando se trata de interpretar cronologías relativas en base a la evolución de los paisajes. De modo tal que es improbable la existencia de paisajes montañosos más antiguos que el Pleistoceno temprano. Por el contrario, en zonas llanas ecuatoriales hay paisajes relictuales que persisten con poco cambio desde el Terciario inferior.
Continúa...
Aunque también debido a la disminución en altura de esos tres factores, disminuye el efecto de invernadero y en consecuencia es mayor la cantidad de radiación de onda larga (IR = calor) que escapa del SET al espacio exterior. De este modo disminuye la cantidad de ERS efectivamente aprovechada por los procesos exógenos.
Como consecuencia de ello, en los primeros 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, dentro de la atmósfera hay un gradiente vertical decreciente en las temperaturas; éste alcanza el orden de 0,5 grados centígrados promedio, por cada 100 metros de ascenso. Pasados los 4.000 metros de altura, ese gradiente medio se incrementa a 0,6º C por cada 100 metros de ascenso. Este gradiente térmico equivale a un desplazamiento latitudinal de unos 400 a 500 Km. en zonas llanas al nivel del mar.
En función de ese gradiente, es que en las áreas montañosas existe una zonación altitudinal que desde el punto de vista ambiental y morfogenético se manifiesta de modo muy semejante a la zonación latitudinal ya presentada. Esta zonación es relativamente independiente de la latitud. Como ya se dijo, en las latitudes menores es mayor la cantidad de ERS recibida. Pero de todos modos con la altura disminuye notablemente el aprovechamiento efectivo de esa ERS, dada la mayor disipación de radiación de onda larga, por la disminución del efecto de invernadero de la atmósfera.
Además, en las montañas también debe tenerse en cuenta la exposición de las laderas respecto del sol. Este hecho puede desplazar los límites de las zonas altitudinales entre 300 y más de 800 metros desde una ladera insolada con respecto a una ladera en umbría, a la misma latitud.
En suma, en altas montañas ubicadas en regiones tropicales, en la corta distancia que significa su altura, se repiten en escala, zonas similares a la zonación (subsistemas) latitudinal. (figura 108). En cada una ellas, la vegetación y los procesos biogeoquímicos son similares al subsistema latitudinal homólogo, dependiendo ambos fundamentalmente de la disponibilidad de humedad. En este caso debe considerarse que las precipitaciones aumentan con la altura hasta cierto límite, aunque en general, también aumenta el gradiente hidráulico y en consecuencia aumenta el drenaje y disminuye la humedad disponible.
Ese aumento del gradiente hidráulico (o del potencial gravitatorio), también incrementa la erosión hídrica. Por tal razón en las regiones montañosas los paisajes cambian con mayor velocidad que en las regiones llanas. Eso significa que la antigüedad de los paisajes montañosos decrece con la altura; o dicho de otro modo: la antigüedad de los paisajes es inversamente proporcional a los potenciales de erosión. Este hecho es muy importante de tener en cuenta cuando se trata de interpretar cronologías relativas en base a la evolución de los paisajes. De modo tal que es improbable la existencia de paisajes montañosos más antiguos que el Pleistoceno temprano. Por el contrario, en zonas llanas ecuatoriales hay paisajes relictuales que persisten con poco cambio desde el Terciario inferior.
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no sirbe para nada no aparece lo que nesecito
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