LAS FIGURAS DE ESTA PÁGINA, SE PRESENTAN A PRUEBA. SE AGRADECERÁN COMENTARIOS SOBRE LA FACILIDAD DE ACCESO A ELLAS

miércoles, 19 de enero de 2011

--- CAPÍTULO 8 (k)

Cuello volcánico - Patagonia
CAPÍTULO 8 (k)
Otras erupciones ácidas

Ignimbritas, o “riadas de ceniza”

En algunos casos, las erupciones volcánicas ácidas, generalmente portadoras de abundantes gases, en lugar de formar nubes ardientes como la del Monte Pelée vista previamente, surgen con menos fuerza. En este caso la mezcla ácida con abundante pumicita y trizas de vidrio, desborda el cráter y fluye pendiente abajo, también ayudada por la elevada fluidez que le otorga el continuo escape de vapor y otros volátiles desde la masa piroclásticxa incandescente.
Este material desciende a elevada temperatura y al enfriarse los fragmentos, literalmente se sueldan entre sí, formando una roca denominada toba soldada, toba ignimbrítica, o directamente ignimbrita, en muchos casos confundida con riolitas. En el caso de las ignimbritas, una característica estructural de sus componentes, es que los mismos y en particular los fenocristales vítreos (obsidiana), aparecen estirados en el sentido del flujo del material durante su movimiento.

Agujas y cúpulas

Suele ocurrir que hacia el final de una erupción volcánica ácida o mesosilícica, en la chimenea del volcán se consolide un tapón de lava vítrea. Es frecuente que si debajo del tapón prosigue acumulándose presión por la actividad ígnea póstuma, ese tapón sea lentamente levantado, siendo a veces expulsado y dando lugar a nuevas erupciones. En el caso del Monte Pelée , como vimos, se formó un tapón que fue elevándose por varios meses, alcanzando unos 300 metros de altura (figura 8-57). Finalmente la presión acumulada bajo el mismo concluyó en la explosión catastrófica que comentamos previamente.
Por su parte el domo volcánico Showa Shin Zan apareció en 1.944 en la ladera baja del volcán Usu, en Japón. Este domo emergió en un bosque y campo cultivado, como una masa de lava sólida, aunque liberando aún abundantes vapores. En estos casos la lava ácida póstuma no fuetan viscosa como para formar una aguja, por lo que al llegar a la superficie se abultó formando una masa bulbosa, redondeada, en forma de domo o cúpula. Estas fmasas recuentemente están compuestas por obsidiana.

Riadas de barro (= lahar, o lahares)

Los lahares suelen formarse cuando las avalanchas de cenizas y piroclastos calientes derriten  el hielo y la nieve que cubre las laderas de volcanes muy elevados. Así se forma una masa de agua y barro de cenizas, con lapillis y bloques mezclados, la cual fluye velozmente pendiente abajo (caso del volcán Cotopaxi, en Ecuador, durante su erupción del año 1.877). También suelen formarse riadas de barro, cuando las avalanchas secas de cenizas y piroclastos calientes, llegan a un curso con agua. A partir de allí la mezcla de agua y fragmentos volcánicos de todos los tamaños se desliza violentamente cauce abajo, cubriendo todo a su paso. Los depósitos resultantes son llamados riadas volcánicas de barro. Depósitos semejantes suelen formarse cuando sobre los piroclastos recientemente depositados, llueve torrencialmente y arrastra esos materiales. De todos modos, las riadas resultantes en este caso suelen ser menos destructivas.

Otras geoformas volcánicas

Existen otros rasgos morfológicos vinculados al vulcanismo, aunque puede decirse que son de importancia menor a los volcanes en sí mismos, siendo parte de ellos o de sus productos. Uno de esos rasgos morfológicos está dado por la topografía que suelen adoptar las coladas de lava, ya sea al derramarse, o al enfriarse. Los flujos de lava basáltica viscosa (figura 8-58), suelen ser relativamente lentos. De ese modo es frecuente que su superficie se enfríe lo suficiente como para endurecerse parcialmente, mientras que en su interior la lava sigue fundida y en movimiento. Este tipo de lavas basálticas de movimiento lento, suele adoptar una forma superficial denominada lava cordada (nombre derivado de cuerda), o acordonada, por semejarse a un rollo de cuerdas amontonadas.
En la figura 8-59 se muestra un flujo de lava en el momento de formarse su superficie cordada, o acordonada. Mientras la corteza superior de la colada de lava se enfría lo suficiente como para endurecerse parcialmente, su interior se encuentra fundido y allí donde encuentra un hueco como para fluir, así lo hace. En esta figura, la parte de color rojo es lava fundida que sigue derramándose a través de un par de agujeros, por debajo de una corteza de lava ya endurecida. Como la lava superficial está semi-endurecida y tiene poca movilidad, es arrastrada por el flujo más rápido de la lava aún fundida que fluye por debajo de ella. De ese modo esa corteza se va amontonando y su superficie va adoptando la forma de los pliegues acordonados que le dan el nombre al tipo de colada. Es frecuente que la lava aún fundida del interior fluya toda, quedando solamente la corteza exterior que endureció tempranamente. De ese modo debajo de la lava cordada suelen quedan huecos que en algunos casos constituyen cavernas de decenas de metros de longitud y a veces con varios  metros de diámetro (figura 8-60 y figura 8-61).
En algunas oportunidades, cuando las coladas de lava dejan de fluir y se enfrían lentamente, el cuerpo rocoso resultante suele fracturarse en columnas o prismas muy regulares, de forma exagonal vista en planta (figuras 8-53, 8-62 y 8-63). A ese proceso se lo denomina disyunción columnar, y es un tipo especial de diaclasamiento, pues no existe desplazamiento de los bloques resultantes. Esta disyunción se debe a que el material fundido tiene mayor volumen que la roca sólida. Por lo tanto, al solidificarse la lava, tiende a contraerse. Al contraerse, el volumen decrece regularmente en las tres dimensiones del espacio. Pero la contracción en sentido vertical es regida por el asentamiento debido la fuerza gravitatoria; mentras que sobre la contración horizontal no actua la gravedad, u otra fuerza similar, por lo que la pérdida de volumen de la masa enfriada se resuelve en una serie de  fracturas quie dan por resultado la formación de prismas de planta hexagonal, como se muestra en el diagrama insertado en la figura 8-62. Dadas las fuerzas actuantes en su origen, estas grietas de contracción térmica son básicamente similares a las grietas de contracción por desecación ("mud cracks") que se observan en los sedimentos lacustres muy finos cuando se secan.
Otras geoformas frecuentes de origen volcánico  son los "necks", o cuellos volcánicos.  Generalmente, la lava fundida que no alcanzó a fluir desde el interior de un aparato volcánico, queda rellenando la chimenea del mismo y se enfría allí, formando un tapón. Recordemos al respecto, el tapón de andesitas que se formó en la chimenea del monte Pelée, en Martinica (figura 8-57). Al cesar definitivamente la actividad volcánica, comienzan a dominar los procesos exógenos, primero meteorizando las rocas volcánicas y enseguida erosionándolas. En esos casos suele ocurrir que las rocas previas, en las cuales se emplazó el magma para formar el volcán (por tal circunstancia denominadas roca de caja), sean menos resistentes que las rocas volcánicas que consolidaron en la chimenea del volcán. En esos casos, esas rocas son eliminadas más fácilmente que las rocas ígneas que cristalizaron dentro de la chimenea. En consecuencia estas quedarán como remanentes, formando lo que geomorfológicamente denominamos cuellos volcánicos, o "necks", por su nombre en inglés. La figura 8-64 corresponde a un cuello volcánico presente sobre la orilla norte del Lago Cardiel (provincia de Santa Cruz, Argentina). Si se observa en detalle, las rocas que forman ese cuello volcánico tienen una disyunción columnar muy notable y al pie del mismo se han formado acumulaciones gravitacionales de fragmentos de esas columnas (estas acumulaciones gravitacionales conforman un proceso morfogenético denominado remoción en masa, al cual le dedicaremos un capítulo especial).
También suele ocurrir que si la erosión elimina gran parte de la roca de caja, sobre el relieve se destaquen como remanentes, sistemas de diques radiales y anulares compuestos por las rocas provenientes del magma que estando fundido, rellenó las grietas de distensión que se formaron en el aparato volcánico, en torno a la chimenea.
Pero los paisajes volcánicos no solamente se caracterizan por la presencia todos, o de algunos de los rasgos morfológicos mayores que vimos hasta ahora. Es frecuente además que en las áreas donde el vulcanismo es activo, aparezcan rasgos menores como geíseres, fumarolas y solfataras.
Los geiseres (figura 8-65) son surgentes de agua caliente episódica, la cual en algunos casos surge en lapsos de  precisión cronométrica. Generalmente ello se debe a la acumulación periódica de aguas de infiltración, que en alguna profundidad se calientan lo suficiente como vaporizarse, acumular presión y ser empujadas a la superficie una y otra vez.
En el área de la figura 8-66, en su centro y delante de las rocas rojizas, hay una elevación por donde hace erupción periódica un geiser. En este caso el hidrotermalismo es muy activo en toda la zona de esa figura. En todas partes aparecen grietas en el suelo, por donde surge agua caliente (se la ve fluir hacia el ángulo inferior derecho) y vapor de agua en fumarolas. Generalmente el agua está muy mineralizada y donde escurre se depositan grandes acumulaciones carbonáticas formando depósitos travertínicos (en la figura 8-67, estos aparecen con color ocre). Asimismo son frecuentes las emanaciones de otros gases, a veces sulfurosos, formando solfataras.
---------- 0 ----------
ANEXO
Enlaces de filmaciones de erupciones volcánicas

 http://www.youtube.com/watch?v=U7omQh7rXsA&feature=related
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario